La literatura espiritual nos lo recuerda constantemente: para conocer la belleza y la felicidad, es imprescindible experimentar el Çaqu’ y ahoraÈ, esa regi—n donde reside nuestra verdadera esencia. Por desgracia, pese a nuestros valientes intentos, no siempre somos capaces de llevar la teor’a a la pr‡ctica. Por una u otra raz—n, a m‡s de uno se le resiste encontrar a ese ser divino e infinito que todos llevamos dentro.