Todos hemos experimentado, en algun momento de nuestras vidas, un instante fugaz en el que una coincidencia sorprendente nos hizo sonre’r y maravillarnos. Quiz‡s conociste a tu alma gemela en un vuelo que no pensabas tomar, o recibiste la llamada de un amigo, del que llevabas mucho tiempo sin saber nada, el mismo d’a en que pensaste enel, o sentiste una se–al concreta que te hizo tomar una decisi—n inesperada que cambi— tu vida. Para algunos, las coincidencias son consecuencia del azar. Para estos racionalistas el universo funciona como un reloj, y el funcionamiento de la Gran M‡quina se ajusta a las leyes de la probabilidad. Se trata solo de ÇmerasÈ coincidencias.