Muchos de nosotros no estamos dise–ados para la rutina de nueve a cinco que ahoga nuestras almas y nuestras esperanzas de donde estamos destinados a estar. Otros se han visto obligados a comprometer sus sue–os debido a una gran responsabilidad. Pero ambos se sientan en la pista de la oportunidad con sus motores de pasi—n aguantados, viendo a otros subir la escalera y construir legados para sus hijos.