El trauma siempre ha sido parte de la experiencia humana, y los eventos traumáticos —tanto físicos como emocionales— pueden trastornar todo nuestro ser y cambiarnos para siempre. Aunque sabemos más que hace diez años acerca de los efectos neurológicos y físicos a largo plazo que deja el trauma, pocos se dan cuenta de que la experiencia del trauma no tiene que condenarlos a una vida de sufrimiento y duelo.