Durante un viaje de negocios en Kobe, Tsuneo Asai recibe la noticia de que su esposa Eiko ha fallecido de un infarto. Dado que sufr’a una enfermedad coronaria, la causa de la muerte no resulta tan extra–a como el lugar donde ocurri—: un apartado barrio residencial de Tokio del que ella nunca le hab’a hablado y en el que abundan los hoteles de citas. Intrigado, Asai tratar‡ de averiguar las verdaderas circunstancias de su muerte a travŽs de una investigaci—n obsesiva que lo llevar‡ a recomponer la inesperada vida secreta de su mujer. Mientras acompa–amos a un improvisado detective en este periplo lleno de giros inesperados, Seicho Matsumoto desliza su sutil cr’tica a la sociedad japonesa de mediados del siglo XX y a las r’gidas convenciones y falsedades que la enturbian. Un intrigante rompecabezas h‡bilmente armado a travŽs de algunos de sus temas predilectos: la mentira, la venganza y el miedo al esc‡ndalo. Publicado en 1975, Un lugar desconocido es un cl‡sico de la novela negra escrito por el maestro japonŽs del gŽnero y autor de obras tan populares como El expreso de Tokio. ÇUn referente de la literatura de misterio japonesa que es un lujo que podamos leer en castellano.È Marta Marne (El Peri—dico) ÇEl libro de un maestro capaz de crear una tela de ara–a que complica sobremanera antes de comenzar a derribarla y sin dejar un cabo suelto.È çngeles L—pez (La Raz—n)ÇLo denominaron el Simenon japonŽs, pero le’do hoy, bien podr’a decirse que Simenon es el Matsumoto belga. No solo traza un argumento de espeluznante precisi—n, sino que incorpora elementos propios de la cr’tica pol’tica y social.È Fernando R. Lafuente (ABC) ÇUno de los responsables de que el gŽnero popular de los cr’menes o las intrigas resueltas por investigadores competentes no solo fuera aceptado masivamente por el pœblico, sino que adquiriera respetabilidad literaria en Jap—n.È Carlos Mart’nez Shaw (El Peri—dico) ÇMatsumoto maneja los mecanismos del gŽnero negro con talento, dosifica h‡bilmente el tempo narrativo, utiliza un lenguaje sencillo y preciso, y conoce muy bien el coraz—n humano (…) Una maravilla.È HŽctor J. Porto (La Voz de Galicia)
