ÇNo voy a pedirle a nadie que me creaÈ, nos advierten con frecuencia los distintos narradores y personajes de esta historia, en la que lo corriente se transforma en un delirio sin que uno sepa muy bien c—mo, en la que lo raro acaba siendo normal y en la que no podemos hacer otra cosa que re’rnos, porque todo es hilarante, cotidiano y surrealista a la vez, como la vida misma. Todo empieza con un primo que ya de chico apuntaba maneras de estafador, y que ahora mete al protagonista –un mexicano que viaja a Barcelona acompa–ado de su novia para estudiar literatura, y que adem‡s se llama como el autor de la novela– en un l’o monumental: un Çnegocio de alto nivelÈ que convierte su estancia en la ciudad en una especie de novela negra de humor tambiŽn negro, una de esas que a Žl le gustar’a escribir. Por estas p‡ginas desfila una variopinta fauna de personajes impagables: mafiosos peligros’simos –el licenciado, el Chucky, el chino–; una novia que se llama Valentina y que lee Los detectives salvajes y est‡ al borde de la indigencia y no se entera de nada; una chica llamada Laia cuyo padre es un pol’tico corrupto de un partido nacionalista de derechas; un okupa italiano que se ha quedado sin perro; un pakistan’ que simula vender cerveza para no levantar sospechas... Y para complicarlo todo un poco m‡s aparece una segunda Laia, que es mossa d’esquadra y pelirroja; una perra que se llama Viridiana; una ni–a que recita versos de Alejandra Pizarnik y hasta la propia madre del protagonista, melodram‡tica, orgullosa y chantajista como en una buena telenovela mexicana. Juan Pablo Villalobos escribe como actuaba Buster Keaton: te arranca la carcajada manteniŽndose imp‡vido, sin mover un mœsculo. En sus anteriores novelas ya hab’a ido construyendo un mundo propio con personajes entra–ables y excŽntricos a los que les suced’an cosas extra–as y divertid’simas. Y Žsta lo consagra como un escritor imprescindible. En ella, y a travŽs de la odisea de un hombre normal que se ve envuelto en peripecias de lo m‡s rocambolescas, nos habla de la realidad y la ficci—n, o sea de la importancia de la literatura en nuestras vidas, y del papel fundamental del humor.