La primera vez que sentí que algo andaba mal, que estaba siendo señalado y perseguido, fue en
mi primer día de clases. Tenía 6 años».
Henry Oster fue un niño al que muy pronto le arrebataron todo. De los 2011 judíos deportados de
Colonia, Alemania, él estuvo entre los 23 que lograron salir con vida de AuschwitzBirkenau.
Sobrevivió no solo por múltiples coincidencias, sino también gracias a su empeño en el cuidado de
los caballos en el campo de concentración y a Ivar, un adolescente que se volvió su amigo y dormía
junto a él en las barracas. Para Henry, estos bastiones emocionales se convirtieron en un faro de
esperanza en medio de la tragedia.