Lidia sospecha que Raquel est‡ un poco majareta. En cambio, Silvestre no tiene ninguna duda: est‡ como un cencerro. Por su parte, V’ctor, que est‡ colado por Lidia, cree que el mundo estar’a mucho mejor sin Silvestre, yeste a su vez, que tambiŽn est‡ que se muere por sus huesos (por los de Lidia, claro, porque los de V’ctor los romper’a gustoso), se empe–a en hacerle la vida imposible a todo el mundo. As’ que: Ámenudo l’o de campamento!